domingo, 28 de febrero de 2010
Entraron en el bar lácteo, la chica gato y el joven que la deseaba.
- Me siento Alex- Susurró él.
- Solo sos un gato.
La chica gato y el joven que la deseaba se sentaron en una mesa. Ella miraba a los humanos sentados alrededor suyo y fantaseaba con verlos explotar en pedazos y lamer su sangre; comer su carne destrozada y tal vez rosar con su suave pata los cabellos ahora perdidos de los que alguna vez habian sido hombres.
-Mordeme- pidió. Y el con gusto respondió sus deseos.
La sangre chorreaba por la piel blanca de la chica gato y el succionaba deseoso de convertirse alguna vez en el brillo de su piel.
-Por qué te complace tanto el dolor?- Preguntó él.
- Lo mismo pregunto- refutó ella.
- Sabes, no es el dolor en si el que me exita sino tu interior chorreando por la parte mas externa de tu cuerpo.
La leche llegó y ambos bebieron en silencio.
- Te acuerdas de aquella vez que fuiste a buscarme al aeropuerto?
- La vez que fuimos a ver al viejo difunto.
Ella soltó una carcajada a causa del recuerdo.
- Que maltrecho estaba.
El recordó como resplandecia la chica gato ese dia, contrastada con la vejez mortecina del viejo.
- Que vamos a hacer?- Preguntó ella.
- Con qué?
- Seremos aptos para vivir en este mundo?
- no lo se.
La sangre chorreaba en los labios de la chica que momentos antes habia lamido su herida para que cicatrizara.
Ella acercó sus labios a los del joven humano y los besó con fuerza.
Entre los dientes de la chica gato yacía un resto de piel del labio del joven que ahora se habia convertido en un pedazo de carne latente.
La sangre bombeaba en suu labio exitado y latia tanto como su corazón y su vientre.
- Nunca cambias- Sonrio.
- Nunca cambio. - Sonrió ella.
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