viernes, 23 de julio de 2010
Tres cucharaditas de cafè me pidiò, y sin azucar.
Sin embargo revolvia con emocion el cafè que bailaba en la taza a punto de escaparse.
-Nunca pensè que ibamos a lograr estar acà- me dijo mirando desde el departamento la plasoleta Uruguay con el torso de Artigas muy cerca de la torre Eiffel.
-A veces me siento mas uruguayo que argentino- me dijo sonriendo sin dejar de mirar la plasoleta.
-Yo tambièn, por què serà?- Me preguntè a mi misma.
El respondiò:
- no se, cualquier cosa menos Argentina.
Estuve a punto de refutar su comentario y pensè en que mi madre me habia impuesto su actitud nacionalista hipòcrita.
-No querès a la Argentina?- Le preguntè.
- Si la quiero, como uno quiere a sus padres.- Respondiò- Yo quiero a mis padres, pero tambièn los quiero lejos.
Pensè en lo que èl me habia dicho y lleguè a la conclusiòn de que no estaba equivocado. Que el en una simple oraciòn habia logrado explicar lo que yo nunca pude en mi vida.
- Volverìas algùn dia?- Me preguntò
- Si, pero no creo que volverìa a vivir ayà.
Ambos nos sentamos a ver la plaza uruguay.
El seguìa revolviendo el cafè con la cucharita haciendo un tintineo contra la porcelana.
Los dos nos sentimos uruguayos. Nuestros hermanos, hermanitos.
- Uruguay es nuestro hermano menor.- me dijo
Bajè la mirada a sus manos que temblaban y lo abracè.
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